martes, 29 de mayo de 2012

ASAMBLEA GENERAL DE ESTEBANEZ CALDERON


Recordando al escritor romántico malagueño Serafín Estébanez Calderón(27 de diciembre de 1799 - Madrid, 15 de febrero de 1867) que en su libro "Escenas Andaluzas", describe una apasionante fiesta en Triana, en el año 1845, en la que entre otras cosas, vio cantar a El Planeta, uno de los primeros cantaores profesionales del flamenco de los que se tiene noticia. 


 y dijo el Maestro...

Asamblea general de los caballeros y Damas de Triana y toma de habito en la orden de cierta rubia bailadora… Lo dejo escrito Serafín Estébanez Calderón “El Solitario” y como saben es una de las escenas fundamentales e históricas de los recuerdos más antiguos de lo flamenco haciéndose. Se escribió en el año de 1845, y por ser tan larga, no podemos comunicarla a todas, pero si algunos párrafos, algunos fragmentos para que tú la recuerdes o la conozcas y si te animas y te éxito que la busques, porque merece la pena de leerse entera…
Dijo Estébanez Calderón… “El día de la convocatoria era Domingo: la hora fue alfy]punto del crepúsculo vespertino y el lugar en cierta casa ubicada en la
capital del mundo, cabeza visible de la España (el barrio de Triana,) con frontispicio á la calle Non plus ultra que es la de Castilla y con tapiales al mar de los ríos y al rio de la gloria, quinto del Paraíso, á quien al presente los nacidos llamamos Guadalquivir. Si este palacio por su humilde sobrescrito y modesta apariencia no lo hubiera escogido por suyo ningún Dux de Venecia, en cambio no lo desdeñara para regalada mansión nocturna el Visir mas amigo de frescuras y de perfumes, si le dejaran contemplar el paisaje mágico y la vista deliciosa que desde el jardín de la casa se alcanzaba. Y si una tarde del mes de mayo se sintiera halagado en los sentidos por el aroma de las flores y por el manso ruido de las aguas y de los árboles que allí se goza, desabrochando aquellas sus capullos y columpiándose estos al impulso del viento que consigo trae el murmullo lejano del rio y que se lleva trás sí el sonoroso 'estruendo de los inmediatos raudales desprendidos de la alta alberca; no hay mas decir, sino que dejando los pensiles del oriente vendría á tomar asiento en Sevilla y á avecindarse en Triana. Aquel vergel y cerco de verdura era en verdad agradable por estremo. La puerta que llevaba al zaguán y á los aposentos bajos de la casa se cobijaba con dos hermosos parrales de una pámpana verde, vívida y luciente, que se confundía con los vástagos de muchos jazmines altos y enredados por las paredes de la cerca. Tales jazmines que si estos eran reales, aquellos eran moriscos; dejaban todos asomar por entre las oscuras y aspadas ramas de sus vástagos los blanquísimos pétalos y los perfumados cálices de sus flores. Con los jazmines, la madreselva y la pasionaria se entrelazaban confundidas, ostentando estas su morado ribete y aquellas sus perfiles albos y olorosos. En los arriates de en medio crecían varios carambucos y mirabeles, si coronados estos de sus ramos de nácar y oro, aquellos lloviendo sus glóbulos de topacio que resaltaban mas entre los tallos de limoneros, cidros y naranjos vestidos de azahar que se mecían pomposamente al viento. Número sin cuento de tiestos v macetas de flores se levantaban al frente en anfiteatro, colocadas en andenes de tablas invisibles á los ojos por los festones de ramaje y verdura que de todas partes rebosaban y se desprendían. Aquí remedando á la rosa, las mosquetas y diamelas daban alarma á la vista disparando antes su aroma al ambiente: allí la Nicaragua, las campánulas, las arreboleras, avergonzaban la pura luz del sol con sus matices y cambiantes. El galán de día abrochando ya sus capullos que durante la siesta embalsamaban el contorno, daba lugar á que la dama de noche desabrochara los suyos para embriagar en suavísimas esencias el aire y los sentidos. También el nardo y los jacintos pagaban allí copiosamente su tributo de olores para formar con las demás flores aquella nube de voluptuosidad y de amor que cobijaba toda la estancia. De los ramos y de los vástagos de arbustos y de árboles de aquí y de allá, colgaban alternativamente cou cintas de todos colores tallas de fresquísimo barro y faroles pintados, aquellas sin duda para .resfriar el agua al halago del {ambiente y estos para alumbrar la escena que á poco había de representarse. Alguno que otro pájaro y colorín revolaba entre las ramas como queriendo saber las aventuras de dos ó tres mirlos y verderoles, que encerrados en sus jaulas de caña y alambre colgadas entre las flores, se deshacían en gorjeos y carrerillas, y sentidas entonaciones, celebrando sin duda los encantos de aquel lugar.

De verdadero encanto ciertamente como lo cuenta “El Solitario, aquel palacio sencillo, de Triana para la fiesta…





Continúa el relato de Estébanez Calderón en la Asamblea… “Todo aquel concurso en plena audiencia y cónclave solemne como estaba, bien daba á entender por su gesto y frases sueltas que aquí y allí se oiau, que alguna ocasión alta y de empeño era causa del consistorio, y que algo de grande y de estruendoso había de sobrevenir. Poco se tardó para abrirse de par en par las ansiadas puertas de aquel misterio. Fué el caso que dando para señal con airoso blandir del brazo un estallido con la traya que asordó las orejas, el zagal Pingano famoso entre toda la gente de galeras y calesines, y que hacia funciones de ayudante, callaron todos, y levantándose el Planeta requiriendo antes el sombrero, llamándoselo á los ojos y pasando y repasando la mano derecha á rodo y contrapelo por los morros como para abrir camino á sus palabras y elocuencia, dirigió al auditorio estas ó muy parecidas palabras:

«Gente buena y no digo más: ello es que digo, como iba diciendo, que lo que aquí nos trae es eso mismo que todos decimos: que lo rico y bueno todo ello es uno propio, ya venga del Puniente, ya de la banda de Levante, y no hay más que decir que si lo legítimo y de buena cepa se separó y dispersó y anda por el mundo, Undebel los junta y amanoja cada, como y conforme quiere. Y por eso mismito está de cuerpo presente en la ciudad de Madrid (que es mas allá de Ronda) una bailadora Nin-plus-ultra que es de los nuestros y nuestra propia calidad y prosapia en todo su drupillo y en toda su ánima sin dudar en ello, y á declararlo así y á tenerlo por firme y valedero nos vemos achantados y juntos aquí para libanarlo y escriturarlo en forma: ¡Tropa de acá¡ ¡tropa de allá! ¡gatería de todas partes! (dijo volviéndose á uno y otro lado) ¿os sabe y os acondiciona bien tal manifatura?»

Chachipé gritaron los unos \que si-que\ dijeron otros, ¡bien nos sabe! esclamaron aquellos, y por do quiera resonaron y se notaron las muestras más inequívocas del común asentimiento. « Pues entonces, prosiguió el Planeta, que D. Poyato haga de su mano y que menee el oficio.»




¿Como era esa bailadora?, Estébanez Calderón por voz del Planeta y suya propia dijo… « Que por cuanto dicha bailadora tiene la estampa y el corte legítimo de la tierra, retrepada y echada atrás con sus debidos dares y tomares, y sus altibajos correspondientes en el cuerpecillo, cinturilla de anillo, pié de relicario, pantorrilla de gran catedral, y de allí á los cielos, y á que los brazos son si los despliega las alas en la paloma, y si los enarca las armas del Dios Cupido, el pecho búcaro de claveles y el cuello y la cabeza como los de la garza, si mira al sol y luego á la tierra; atendiendo á que mide el suelo y hiende el aire con la majestad de corregidora, la gracia y la sabiduría de la Gitanilla de Menfis; á que suena y tañe, pica y repica los palillos con rigor y brío, salero y coropás como bailadora deputada de rifas y festejos; á que lleva y trae el mundillo con vendaval y riguridades con sus correspondientes temblores, molinete, estremecimientos y serenidades; á que da el paseo y hace la procesión con el boato y la misma gala que la Jura del Rey y la festividad del Corpus Christi, á que sube y baja su zaranda como Dios manda, pidiendo a voz en grito harina y mohína, para su zarandillo y cedazo, á que se coge y encoje, dilata y desliza como anguila en el agua; teniendo en cuenta su manera de navegar y tomar y soltar rizos, que se empavesa y arrisca echando juanetes y escandalosa con flámulas y gallardetes, llegándose hasta los cielos, amainando y arriando de súpito, quedando en facha desafiando con bandera de guerra potentados de la tierra y de los mares; considerando que aquel braceo es de todo recibo, como de jardinera que coge rosas y flores, ó gitanilla que lucha y baila con su propia sombra; mirando muy en ello aquellos disparos y estalles de pies, que no los alcanzan los ojos, ni puede divisarlos el pensamiento del alma; á que con los susodichos pies escribe en el aire y piuta en la misma luz . tirándolos como cosilla perdida hacia los cuatro ángulos de la tierra, (rayéndolos empero á »u voluntad como rayos que tiene Un-debel cu la mano á su verdadero centro y asiento debido; á que los juega y esgrime como maestro de espada prieta, que los escarcea y engaratusa, los baraja, vibra y ondea como el escardillo y sus resplandores en la pared; á que los teje y trenza como los bolillos en manos de la encajera: á que fija el uno en la tierra tan firme cuanto el polo antártico, levanta el otro y se hace chapitel de torre que el viento revuelve ó lo recoge y se convierte en el pájaro que hace la letra Y, ó lo extiende y se hace relox que señala desde las seis á las siete, y en fin á que los bate y desplega como sus alas las aves y las mariposas, y su abanico las mozuelas y las viudas; contemplando que en todos los trances, pasos y accidentes del baile, pone cuanto condimento y especias son convinientes sin omitir el comino y la alcarabea; á que toma tierra con gracia y aseo; á que es pernera, chazadora, galopante y lomo levantado: á que lleva los jaeces con rumbo y á que todos los arreos los sacude con gala y aire, dejando ver mucho y adivinar mas:”






Y continúa Estébanez calderón “El Solitario”, hablando de la bailaora, con su retahíla de piropos tan descriptiva y tan cabal, dijo Estébanez… “mujer legítima de la tierra, serrana líquida y trianera apurada por todos cuatro costados, y que por tal la señalan y fallan una, dos y tres veces y las demás necesarias en derecho, sin que nadie pueda venir en contrario y que por lo mismo se la inscriba en el número de las primeras y decuriones de la Hermandad, señalándosele aposento en el barrio de Triana como feligresa y colegiala, y haciéndosele ya repartimiento de sal por su derecho de vecindaje, entendiéndose que este repartimiento de sal no es el que pagan los Romanés de Sesé por firman del capataz Mon, sino que es el donativo de sandunga y salero, que dan diariamente al mundo las mujeres de nuestro bando para que se rocíe por todas partes y no mueran de desaborimiento los hombres y que á esta se la cargue la mano que tiene mina de Sales y si dá mucha más le queda; se declara así mesmo que su personilla es la estampa de lo bueno y cortada de molde para la historia de nuestros bailes y que ni pizca mas ni pizca menos fuera tan de recibo cuanto al presente lo es en propia esencia y potencia: que las vueltas, revueltas y mudanzas que finge, las carrerillas que hace, los encuentros y golpes que dá y las suertes que saca es que lo pinta soberanamente. Y se declara que de cintura á la zaga es la reina de todos los movimientos. Se declara también que cual ninguna pinta la Chacona y la Gambada, las campanelas y la Gallarda, y que el Vigía de Cádiz no tiene más señales ni las levanta mas en alto que ella los perniles y pinreles; que si mata la araña con todo conocimiento y tilin, con gran primor y aseo y valiéndose de la punta, luego con el calcaño desmenuza el mundo y trocara en cibera los perdigones; que hace el bien parado y que juega á guardas y metedores como nadie, que finje el capeo con el trapo de sus sayas, que gallea, cita al torillo, entra y sale en jurisdiccion , pone arponcillos siempre rematando y sin enfrontilarse ni quedando en embroque, sino cuando lo quiere y es su gusto, que llama los pollitos como la clueca moñona, que llamaba uno y salian veinte.» …
Como salieron miles cuando Manuela Carrasco hizo en la bienal hizo la misma figura de torear ciento sesenta años después en Triana y en el maestranza, recordando a Serafín Estébanez Calderón en la Asamblea general que hubo en Triana Verla ahí que si…





Por Jose Luis Ortiz Nuevo
©Shape Productions S.L.
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