viernes, 10 de febrero de 2012

El convento de la paz (I)

José Luis Ortiz Nuevo ofrece un paseo por el espacio y por el tiempo de una época donde se reúnen historias contadas por sus maestros como Pericón de Cádiz. Tía Añica “La piriñaca”, Pepe de la Matrona, Tío Gregorio “Borrico de Jerez” y Enrique el cojo. Al calor de un patio de vecinos, donde confluyen sensaciones y deseos, olvidos y recuerdos, pensamientos y añoranzas, luces y sombras. Un recorrido por este convento de la Paz, donde nos enteraremos también, de cómo latía la vida, con sus conflictos y antagonismos. En este convento, el maestro, se irá parando, en sus plantas, a charlar con cada uno de los personajes que en él moran.



El Convento de la Paz es el encuentro de la memoria de cinco viejos artistas con los que tuve el placer y la satisfacción de hacer libros, y grabarles conversaciones, y recuerdos.
En el convento de la paz se reúnen y se mezclan las voces y las memorias de Pepe de la Matrona, de Enrique “el Cojo”, de Pericón de Cádiz, de Tía añica “la Piriñaca”, y de Tío Gregorio “el borrico de Jerez”… Confundiéndose, mezclándose, sintiéndose unas a otras. El convento de la paz es la casa donde vivió de chico Enrique “El cojo” y él es el hilo. Sus escaleras, nos llevan a un sitio y a otro, a la memoria y a los recuerdos de unos y otros…Esto es el convento de la Paz.

“Yo paso ahora por allí, y esta to derribao, y me queo parao, porque me da nostalgia de ver aquella casa, que hay que ver lo que era y lo que ha venio a ser….

“A mí me contaba mi tío José que cuando él era muy chico, con ocho o nueve añitos,  el tío “Rivas” ,en Triana, reunía a unos cuantos chiquillos, en verano,  y se iban a la muralla, al fresco y los chiquillos, unos con una moneda de dos cuartos, otro con tres céntimos, le reunían para un ocho de aguardiente, él se lo iba bebiendo poquito a poco y les iba contando algunos cuentos, algunas historias de cante, y  corridos, y nanas de su raza los que ellos conservaban o lo que ellos habían oído. Y claro, los chicos contándoles esas historias se quedaban dormidos y el también, al mismo tiempo, con el aguardiente y el fresquito…
                                                               Pepe de la Matrona”


Yo nací en Cáceres el 31 de marzo de1912, entonces mi padre tenía un casino, y como no le iban las cosas muy bien se vino a Sevilla, tenía yo unos 3 años y nos fuimos a una fonda que había en la calle Pedro del Toro, mi padre mi madre y 2 hermanas mas y allí estuvimos hasta que se coloco mi padre, que se coloco en una cervecería de la calle Sierpes, y después paso a las siete puertas...

“…Como yo era una cosa mala de malo, tenía doscientos chiquillos ¡doscientos chiquillos!!! Todos los chiquillos del barrio, que me respetaban de una manera…, como si fuera el Capitán Verdad… En la calle El Pasquín, en una casa que había con un callejón mú largo. Allí tenía yo instalado mi cuartel general, en un patio grandísimo, que parecía un cuartel de verdad. Y  ahí, mandaba yo a dos o tres chiquillos a coger colillas por las calles ,y después otros dos o tres chiquillos más, con las colillas se ponían a liar cigarrillos.Y  esos cigarrillos se los vendíamos a los aguaores de latas, unos aguaores que había en Cádiz que vendían agua por las casas.Y  a esos aguaores les vendíamos veinte  cigarrillos por una perra chica, y con ese dinero  compraba yo papel colorao, papel amarillo, y unos pedazos de madera pá hacé sablecitos, así que estaban los chicos como en un regimiento verdad…Y hacíamos la instrucción en el campo del Sur, y cuando yo decía : ¡Mañana a las tres de la tarde aquí todo el mundo, que vamos a tomar el barrio del mentiero! Estaban allí los chiquillos y cuando yo decía: ¡ Vamos pal’ mentiero!!! Los bolsillos llenos de piedras, los municipales de Cádiz se escondían en las casas puertas cuando nos veían venir y yo decía: ¡A por los almacenes!! ¡Que no me quede ni una lata de galletas viva!!! Y luego, después del asalto le repartía yo a cá uno su parte de galletas….
                                                                     Pericón de Cádiz”


Entonces por mediación de unos parientes que teníamos en la plaza Menjibar, una casa de vecinos  grandísima, nos trasladamos a esta casa que se llamaba el Convento de la Paz, que hoy está destruido ya. Y  era fabuloso de grande, con unos patios y unas columnas, había cien vecinos cada uno con su familia….

“Aquí hay una familia de los Rincones _que le dicen a ellos_, que es una familia mu larga,  de muchos varones tos mú  flamenco;  y están abajo de la tierra un montón. Y  ya tós  los que quean por aquí son sus primos, los sobrinos, y toa la crema de ellos están mascando tierra. Cantaban tos  para reventa, tos. Tos  eran gobierno de manigeros de los campos de las aceitunas de los veranos de los inviernos de la escarda. Una  familia mu  larga, por tos cantaban y estabas tú acostada y te levantaba el manigero,  el que fuera de ellos  manigero que se le decía, y levantaba a la gente cantando y se levantaba la gente en calzones blancos, y las mujeres en bajerillas y salían bailando vistiéndose pa' salí a trabajaá, y salían de las camas y salían bailando porque el primero que era el manigero; salía cantando por bulerías y levantaba a toa la gente a la 7  de la mañana y antes de vestirse metían mano a bailar unos por aquí y otros por allí de cómo cantaba el gobernador que los gobernaba por seguiriya, por soleá , o por bulerías, por lo que el quería… Se le decía Tío Juan José Rincones, ese era uno. Tío Fernando Rincones, otro. Tío Obispo Rincones, otro. Tío Ángel Rincones, otro. Tos esos eran hermanos, cinco o seis o siete, y tós eran hermanos y ca’ uno tenía su nombre, Tío Fernando Rincones, Tío Ángel Rincones, Tío Obispo Rincones, Tío Juan José Rincones, con los mismos apellidos pero distintos nombres, porque tos  eran hermanos y todos se llamaban Rincones…
                                                              Tía añica la piriñaca”


Toda la parte derecha eran industrias que daban a la calle Feria, claro. Entonces había allí una droguería, que  tu no veas lo animado que era aquello los domingos cuando cerraba la droguería. Las mujeres comprando por dentro por las casa de vecinos abrían,  colonia compraban, jabón, todo lo que a la gente le hacían falta… Más para allá había una carpintería, no,…una ferretería grandísima que se llamaba “El compás” ,y se llamaba el dueño…Eugenio… ¡se me va a olvidar…

“Me acuerdo de una noche que estábamos en “La Privailla” un bailaor que le decíamos “El Chino”, Capinetti,  y yo. Los tres caninos, sin un duro en los bolsillos, cuatro o cinco días sin na’ de na’. Y allá a las doce y media, que ya Antonio tenía el candado encima del mostrador para cerrar el teléfono que suena, deja Antonio el candado se va para el teléfono lo coge …-¡Si, si, si , aquí en la Privailla, Capinetti, si, si, si aquí esta y Pericón, y el chino… Sí señor, aquí están los tres…  Se viene para nosotros y le dice a Capinetti: - Anda ponte al aparato, que es para una juerga.  Se pone Capinetti al teléfono y le sentimos decir: _ Bueno, ahora mismito vamo pá allá los tres, no se preocupe uste’, ahora mismito vamo para allá los tres… Suelta el aparato, se viene para afuera, el dueño coge el candado, cierra la Privailla, salimos los tres por la calle Benjumea para abajo, y cuando íbamos cerca de la calle soledad, Capinetti que se para, pone la guitarra en el suelo y dice: _¡Esperarse, esperarse un momento, porque no se yo, a donde vamos, ni quien me ha llamao!!_. _¡Pero hombre, si a eso no se le ocurre en el mundo a nadie más que a ti!!!..._.  Y nos hizo pasar el berrenchín más grande del mundo. Cogimos y empezamos a llamar a un sitio y a otro, pero en ningún lado había fiesta, y perdimos la fiesta por mor’ de Capinetti, por no coger el recado bien, por no preguntarle: “oiga usted, ¿a dónde vamos y quien nos llama?...”Ná, no le pregunta nada y perdimos la fiesta después de cuatro o cinco días sin ganar una peseta, todos  caninos…
                                                                      Pericón de Cádiz”


“…Y después estaba la carpintería, todo esto con la entrada principal por la calle Feria como una asesoría  grande, vamos, más de cien habitaciones que algunas tenían dos o tres habitaciones dentro, pero grandísimas. Esto era como un pueblo, un pueblo, así que cuando pasaba algo, calcúlate, como en los pueblos. Y había subnormales  y todo. Había una chiquilla que se llamaba Rosarito, la pobrecita, esa estaba siempre así… con la mano así… y chillaba… había de todo y mucha gente tocaba las guitarra y las bandurrias…
                                                                           Enrique el cojo”


“…Cuando fui un poquito mayor, fui gazpachero, que el gazpachero era el que acarreaba la comida y  el agua pá  las mujeres de la escalda. Después, ya cuando me vi con cierta edad, pues escuchaba yo a los artistas que había en aquel entonces en Jerez. Y me aconsejó un compadre mío,  que se llamaba Luis de Lama Hora, que yo tenía muy buena voz y que era una lástima y una pena, que trabajara en el campo pá ganá un sueldo muy corto, que se ganaba en aquel entonces. Y en aquel momento  le dije a mi mare que iba a un bautizo, y me fui a un cabaret que había  en los cuatro caminos, que se llamaba “La espiga de oro” .Y aquella noche me salió superior. Me presentaron a varios señores, me lo presentaron las señoritas que trabajaban en el cabaret. Uuna me presentó a un señor, otra me presento a otro señor…. Total, que aquella noche gané yo lo que ganaba en todo el año en el campo, porque aquella noche, me acuerdo muy bien,  Don Manuel Balsel me dio cien duros, quinientas pesetas, por cantarle por soleá y por seguiriya…
                                                           Tío Gregorio borrico de Jerez “


Por José Luis Ortíz Nuevo
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