miércoles, 31 de agosto de 2011

De aquellas juergas que duraban los días y los días

Desde el nacimiento del cante flamenco como fenómeno profesional, a finales del siglo XIX, el barrio de la Alameda de Hércules en Sevilla ha tenido un protagonismo evidente en su historia y evolución. Una vez desaparecidos los cafés cantantes, la Alameda y otros tantos lugares de Andalucia, las conocidas juergas flamencas, se convirtieron en una de las pocas salidas profesionales, tanto para los artistas que comenzaban su andadura, como para aquellos que, por diversas razones, no llegaron a tener la consideración de primeras figuras del cante. Eso contribuyó a que durante los años 40 y 50 la Alameda de Hércules en particular, fuera conocida y considerada como ‘La Universidad del Cante’. En este programa José luis Ortíz Nuevo nos relata algunas anecdotas referente a como se ganaban la vida los flamencos en aquellos tiempos





Según la memoria de algunos de sus protagonistas que me contaron historias como estas:
Dijo Tío Gregorio “Borrico de Jerez”: 
-“Había mucha fiesta, había muchas cosillas, amanecíamos muchas mañanas con el sol fuera, todo eso cuando íbamos a la venta de Benjamín, que se llamaba la “Rosaleda” o a la venta “San José” que estaba en el parque, entonces yo ya tenía 27 o 28 años y de ahí vino  buscarme la vida de esa forma, de una venta a otra. Y después de “San José” cogíamos otra venta que había más pa´arriba que se llamaba el “Altillo” de Sebastián Fernández y en estas ventas nos buscábamos la vida, y hombre pasaban muchas cosas, porque, claro, la reunión de vino que llegaba, bien Don José Canto, bien Don Luis Lacalle, bien Don Eugenio Molina  y cogíamos esas reuniones y nos llevábamos tres horas o dos horas, se iban esos y venían otros y como han venido tantos no me acuerdo de llevarlos a todos en la cabeza.
Y entonces en aquella época era el tocaor Paco Espinoza,  uno que está en Barcelona, y cuando terminábamos pues nos íbamos a nuestras casas cada uno bien con el sueldo tal, con el sueldo cual, bien con cincuenta, bien con sesenta, bien con cien duro  con  según caían las peras.
Entonces éramos “El Troncho”, Cabezas el “Carabinero”, “El niño Brenes”,” Manolo Jero”.
Muchas mañanas amanecíamos con Emilio Samacoa, bien en la Rosaleda, bien en el Altillo o bien en la venta San José o en la Pañoleta que llevaba una sobrina de Antonio Berlina, uno que le decían “Buchito”.
Amanecíamos por la mañana comiendo pan con manteca en un tabanco que le decían el callejón de Paco; El uno charlando, el otro diciendo otras cosas, nos reíamos por la mañana ya cuasi todos un poquito tocaos de vino; Y sucedían muchas cosas que ya no se acuerda uno, porque han sido tantas las que han pasado.
Y te digo lo que más recordatorio que tengo, no cosa de Guasa ni cosas de nada de eso, infundios flamencos que se nos ocurrían lo mismo  a uno que a otros ya todos borrachos por la mañana Y ocurrió que estaba yo en una fiesta saliendo del “Altillo”, era feria en Sevilla, y nos fuimos a Sevilla unos cuantos y llego a una caseta en la feria que era de la caseta de madre del “Morao” entro pa´dentro y a eso que viene “Buchito” - ¿Que haces aquí?; - Pues ya ves, aquí asentao, y entonces me cogió a mí, cogió a la Pastora, la niña de los peines, cogió al Pinto y nos fuimos al a la venta del mismo Buchito que se llamaba “Casablanca”.
La venta nos metimos en un reservado, y yo  claro entre tan buenos cantaores tenía poca costumbre de reunirme no me juntaba yo mucho con esos señores del cante porque iba de tarde en tarde a Sevilla, y dio la casualidad de que aquella vez me ajunte con esos señores  y a la guitarra tocaba un sobrino mío que se llamaba Parrilla y luego mandaron a por un tocaor que le decían Gutiérrez de Sevilla.
Y a mí se me ocurría de vez en cuando, salir a verter agua al retrete porque estaba pendiente en las letras y en cómo estaban cantando, eso se llama que estaba un poco nervioso porque estaba entre cantaores cuajaos.
Pues estaba cantando un hijo de Manuel Torres que se llamaba Tomas por seguirilla, y a continuación el Pinto y la Pastora, y estando en el retrete se me vino a mí un cante  de pronto escuchando la guitarra desde el  retrete me se ocurrió un cante de José el de Paula, el hermano del abuelo del torero  me se ocurrió un cante por seguirilla y de verdad que salí corriendo para el reservado y le dije al tocaor: - Gutiérrez sigue ahí en ese tono.
Y aún desde aquel tiempo todavía se esta mentando como cante por seguirilla, no es que yo cantara mejor que los demás, pero me salió ese cante de José el de Paula y el cante de Paco la Luz, corto, por seguirilla y lo hice a la perfección.
Y  hace 15 o 20 años se está refiriendo aquella fiesta de Casablanca de “Buchito, que ni yo mismo me di cuenta de cómo cante, como me salió el cante Paco la Luz y de José de la Paula.
Todavía por los bares, esa muchacha que le dicen Antonia, sobrina de Buchito lo refiere todavía aquello que hace ya 14 o 15 años o 20 de la fiesta esa. Me dieron en aquella fiesta 1000 pesetas, me quisieron dar más dinero y Buchito dijo que ya estaba bien con lo que él me había dado, ¡mentira! Y por no hacerle el ridículo no me dieron más.
Total que cogí mis mil pesetas y me marche pa´ Jerez…
 

Decía el maestro Pepe el de la Matrona:
 “Y ya cuando tenía yo unos 12 o 13 añitos, empecé a cantar por afición,  claro que cuando se tiene ese edad no se sabe cantar, sin embargo se canta bien, porque le va bien al oído humano el instrumento de uno dado por Dios o la naturaleza y claro, canta uno bien pero no sabe lo que hace y poco a poco va uno cogiendo,  recuperando de lo que uno va viendo y de lo que uno va oyendo…
Y ya de ahí me fui inculcando a los pasajes a los colmaos que se decían y eran el centro donde iban los artistas a buscar juerga. Y ya de ahí me fui encausando y preguntando y oyendo a este y oyendo al otro preguntándole a los mayores, a los viejos y a los que no eran tan viejos y luego, cuando tenía tiempo me iba a buscar a una colección de hombres viejos que había en Triana que por aquella época serian algunos de 80 o ochenta y pico de años, el más joven de los que yo buscaba era un gitano que le llamaban “El Chulito”.
Todos eran trabajadores, unos de fragua, otros trabajaban en el muelle, otros se dedicaban a venderles a los barcos extranjeros ingleses y franceses a cambiarle bebida  por ropa vieja y esas cosas.
Eran aficionados al cante y cantaban, cantineaban a su manera. Con estos viejos me ocurrió una cosa de mucha gracia en una gira.
Llegamos a una venta que le decían la venta del “Rubio” en el camino de San Juan.
La venta “De el Rubio” se componía de cuatro o seis palos estera y latones y con esto y cuatro latas viejas había hecho aquel  hombre su industria allí, y con otros cuatro palos y una escalerilla, como la de los albañiles pa ´subir, había hecho como un reservado que también eran de  estera y cuatro asientos que no tenían ni anea.
-¡Bueno pues vámonos pa´arriba a cantar y a divertirnos!
Cogieron una borrachera aquellos hombres “tremenda”, y me asomo a la rivera de rio y veo allí el  pellejo de un gato blanco y negro y la cabeza y se me ocurre decirle al rubio este que guisaba bastante bien y que tenía un chivo colgado encima del mostrador
-           ¡Oye rubio! ¿Ese chivo de quién es?
-           ¡Mío de quien va a ser!
-          ¿Y cuanto nos lleva por usted por guisarnoslo con arroz?
-          Seis pesetas…
-          ¡Pues guíselo usted!
Nos comimos el arroz con el chivo y venga beber vino y a cantar, estábamos cantando y llega la pareja la que hacía el recorrido de San Juan y dice al “Rubio”…
-          ¿Quién está arriba?
-          ¡Unos cuantos, tres o cuatros personas, son gitanos, pero son trabajadores, y un muchacho que le llaman el “Niño de la Matrona” que canta…
Me asomo yo por la escalera y le digo
-          ¡Rubio, convida ahí a la pareja!
Total que se puso la pareja  graciosa, simpática, entonces va y se le ocurre a uno de estos civiles subir, yo no sé que se le había figurado el civil que lo habíamos llamado, y me acuerdo que mi compadre el chulito estaba medio dormido, con una borrachera muy gorda, hasta que se asoma así el hombre por la escalerilla con el fusil cargado y dice:
-          ¿Quién llama?
Y cuando vio el Chulito así medio dormido que era un tricornio va él le dice…
-          ¡La muerte!
Dice el civil muy cabreado…
-          ¡Pa´abajo todo el mundo!
Y yo le decía a mi compadre
-          Pero hombre ¿Cómo se le ocurrido a usted eso?
Total que bajamos, y allí abajo el civil.
-          Vamos a ver ¿A quién se le ha ocurrido decir eso?
-          Hombre yo, pero yo es que lo he dicho sin intención, porque yo les quiero mucho a ustedes, mire usted don general,  yo creía que era el Rubio el que subía…
-          Bueno, pues eso lo va usted a decir en otro lado…
Y ya el Chulito se vio que se lo iban a llevar para el cuartel
-          ¡Mire usted Don Civil que yo les quiero mucho a ustedes que yo soy un buen hombre que lo diga mi compadre…
-          Nada, nada, nada, eso hay que rectificarlo ¿A ver porque voy yo a llamar a la muerte?
-          ¡Mire usted!  Les decía yo…
-          -Mire usted como está el hombre, mire usted, mire usted como está el hombre pobrecito, mire usted!
Total que el civil se compadeció y el gitano se vio aliviado porque no iba a pasar nada, pero yo viendo ya lo que pasaba le digo al “Boti”, que era el más viejo…
-          Oiga usted Boti, venga usted para acá…
Y lo llevo a la ribera del rio en donde había visto el pellejo del gato y de digo.
-          Asómese usted ahí al barranco, mire usted lo que ha hecho  este pícaro de rubio, mire usted  lo que nos ha guisado en vez del chivo.
-          Me cago en to´sus muertos compare de mi alma… le dice a iglesias que era otro de los viejos.
-          Agarre usted la faca tome usted la faca y córteme usted la cabeza por tronco que no quiero morir harto de garrapañi…
-          ¡Oiga usted, suelte usted eso  ahora mismo… Le dice el guardia civil.
-          ¡Pero usted no sabe lo que ha hecho ese pícaro del Rubio con nosotros…
El Rubio allí escondido detrás del mostrador, y el “Boti” venga pasear la faca, venga pasear la faca, total que ya los civiles dicen…
-          ¡Tire usted eso ahora mismo!…
Tiró la faca y venga a cachear a todo el mundo. La faca, una pistola, una navaja, lo cogieron todo y lo se llevaron para el cuartel. Pero el “Boti no hacía más que decir…
-          ¡Hay madre de mi alma, compadre, que voy a morir harto de garrapañi!…
-           Hombre si esto es una broma… Le digo yo.
-          Mire usted es que yo fui a orinar y vi el pellejo del gato y se lo dije a usted en una broma…
-          ¡Pero hombre a mí,  hartarme a mí de garrapañi con el vino que tengo en el estomago!…
-          Que no hombre, que ha matado al chivo, de verdad  Rubio, enséñele usted el pellejo…
Vino el pobre rubio con el pellejo y ya lo convenció. Le pague el chivo, el vino, y nos fuimos pa´ Triana.


 

.
Dijo Tía Añica “La Piriñaca”:
Don José Canto nos daba 20 duros, perdía la cabeza con el cante pero era muy malo pa ´pagar y eso que a mí me daba el doble, era millonario. ¡Ohhu!, que digan mis hijos, que me ha dado de duros, duros no billetes. Y siempre que daba juerga, eso era raro la semana que no daba por lo menos dos juergas a la semana, po´ siempre las cogía yo. Siempre, y tío José y el borrico también la cogía muchas veces.
Y a mi Don José me daba cuarenta duros, que en aquellos tiempos cuarenta duros era un dineral.  Llevaba comida yo a mi casa para dos o tres días con cuarenta duros, un huevo costaba 1 real y medio litro de aceite costaba 3 perras y media medio litro aceite y bueno
Y vas ahí a la aduana que estaba ahí en Santiago, y ha de venir por la mañana que estábamos toda la noche, la aduana abierta, la abríamos temprano porque venían los lecheros del campo con la leche: - ¡Vamos a ir a comprar, eahhh!
Don José a mi me quería mucho, nunca, nunca llevaba ninguna artista de mujer, nunca. Vamos las mujeres malas iban y lo saludaban que quitaba el sentido:  - Don José Buenos días, buenas tardes o Buenas noches, según la hora que llegaban.
-  Entra invítala. La invitaba a una copa y comía de lo que había allí pa ´tapa.
- Bueno hasta luego; Y se tenía que ir, se lo decía para que se fueran y cuando acaba la juerga por la mañana nos íbamos a venir todavía había muchas esperando porque no las dejaba sin dinero.
– ¡Don José usted lo pase bien, a ver si viene usted por aquí pronto, lo saludaban y en ese momento llevaba el dinero que  le quería dar y en aquellos tiempos, en esos años,  veinte duros era un dineral! Y no dejaba a ninguna sin darle dinero pero no quería a ninguna a la vera,  decía que el tenia a su señora a su vera y no podía querer a nadie más que a ella, y él no se acostaba con ninguna mujer na´mas que su mujer y tenía una mujer muy brillante, ¿sabe?
Una gachís de Madrid ¡Joeehh! . La saco de la sala de fiesta pa´casarse con ella y era casado con ella y todo. El era viudo.  Don José, Don José era de por ahí de Algodonales, serrano, y sabia  ese hombre muchísimo de canto porque le estaba costando muchas perras. Gastaba mucho, no tenía hijos. Tenía muchas riquezas, dos o tres cortijos, tenía dos o tres viñas que bastante veces hemos ido a la viña y cuando entrabamos a la viña mosqueábamos, Borrico y yo, mosqueábamos cuando abríamos así la puerta de la despensa y de la viña. Las patas de jamón colgada, una, otra, otra, otra. Los quesos enteros, allí un rimero de quesos enteros, los canastos lleno de huevos y le dacia el casero al que estaba fijo en la viña:
-          Mire por ahí, ¿Qué quieres comer, carne pollo o pavo o que?
-          No, nos guise usted pavo, que son muy grandes. Decía el Borrico, porque los pollos estaban más sabrosos, más buenos…
-          ¡Ponga usted un pollito, un pollito.
Y venia el casero con 3 o 4 pollos que quitaban todo el sentido en la mano, eahhh, Matarlo, cortarle el pescuezo y al guisarla en una caldera ponía todo los pollos juntos. Los guisaba el casero. Dos días estábamos allí, nos llevaba por la mañana y no veníamos hasta la otra noche del otro día pa ´Jerez, todo el día comiendo y na´mas que bebiendo con él , “El Sena”, “El Borrico”, yo…También uno que había que le decían “Brenes” un muchacho que buscaba la vida del cante, cantaba muy bien no por flamenco sino más que todo por cante fandangos, la malagueña, los cantes por serrana, esos cantes…
De flamenco no cantaba ese muchacho, pero por esos cantes quitaba el sentido. Cantaba muy puro y muy bien, y a Don José le gustaban mucho esos cantes, cantes de levante.
Y este cantaba por todo, por todo cantaba menos por cante flamenco, decía el que no podía recoger ese cante flamenco que a pesar de todo lo que cantaba él, que no podía recoger el cante flamenco y ahora cantaba un fandango o una granaina, una yo que se los cante que cantaba, y era un hombre que caía muy bien porque cantaba muy bien.
Y había otro artista joven que le decían el “Batato”, muchacho joven también que bailaba que no tenia comparación y cantineaba también, pero bailaba y no caía malamente también, cuando se enteraba de que estábamos nosotros de juerga con Don José se asomaba y lo saludaba, lo invitaba y le decía:
-          Siéntate ahí, donde puedas. Porque lo quería escuchar y porque bailaba muy bien, bailaba muy bien.
Ese ha muerto ya también malamente, ha muerto malamente, pero joven con una enfermedad.
Juanito era muy agradable y muy bueno el chiquillo era panadero, sus hermanos panaderos todos,  y el también,  pero el irrumpió en el cante y en el baile y ya no quiso mas panadería.
Don José Canto nos llevaba a todos lados, a Sevilla vamos un montón de veces,  ohhuu!
A Sevilla estoy yo cansada de ir a cantar,… digo!  y en todo lo mejor de Sevilla hemos estado noches y días enteros y noches enteras vamos por la tarde al medio día vamos a salir de aquí de Jerez,  del gallo azul, que ahí paraba Don José y venga los coches para Sevilla…
 

Dijo el Señor Don  Juan Martínez Vílchez “ Pericón de Cádiz”
“Había en Cádiz un hombre, que cuando se metía de fiesta se tiraba dos o tres días de juerga y no le importaba nada. Llegaba a la “aguaucho” (Calle de Cádiz donde se juntaban los artistas) y lo primero que hacía era mandar a por tres o cuatro mujeres. Venían las mujeres y en cuantito entraban ya le estaba diciendo que nada de 24 horas, que la que entraba con él, con el salía. Luego llamaba a los artistas que no les importaba estarse de fiesta lo que sea fuera, y cuando ya todo el personal estaba preparado, arriba, al cuarto con dos o tres cajas de vino, un jamón, un cubo y un colchón.
Cerraba la puerta del cuarto, le daba las llaves por debajo al dueño y se iba el dueño con la orden de no molestarlo y de no abrir hasta que el tocara el timbre. Y principiaba la fiesta, a cantar, a beber, a esto, a lo otro, y no consentía que saliera nadie.
Que se emborrachaba uno quería devolver, al cubo. Que a uno le entraba sueño y quería dormir, al colchón, y él no se acostaba por nada del mundo. Sentado en una silla, echaba su cabeza encima de la mesa  y a la media hora ya estaba diciendo: – “¡Bueno vamos a tomar una copita!”.
Este, este ha sido el hombre que yo he visto mas fuerte pa ´esto de las juergas no se cansaba nunca, venga cante, venga mujeres, venga vino. Y luego cuando yo me vine a Madrid, tuve la suerte de tropezarme con una de estas fiestas largas que ya llevaba tres días cuando yo llegue. Estaba yo en el mostrador y veo salir al “Niño Valdepeñas” me llama y me dice:
-¿Tú no le has  cantao nunca a Don Francisco Gálvez?; Digo:
- ¡No!; dice:
- Po ven pa´ca hombre que le vas a cantar esta noche.
Y claro yo encantado con lo canino que venía.
Entramos al cuarto y el “Niño Valdepeñas” que le dice a Don Francisco Gálvez:
-          ¡Don Francisco, le voy a presentar a un muchacho que ha venido nuevo de Cádiz y le va a gustar a usted cantando!
-          Bueno, vamos a verlo… dice Don Francisco.
Y claro yo Salí cantando que me comía el mundo, cante dos o tres letras por alegrías y enseguida se me puso de pie Don Francisco, me dio un abrazo y mil pesetas, y yo, con lo canino que estaba  no veas como las recibí. Me dice Don Francisco:
-          Bueno si te quieres ir, te vas. Y el “Niño Valdepeñas” :
-           ¡No te vayas, no te vayas! Tú no te vayas! Y le digo yo:
-          ¡Si hombre, enseguida me voy a ir yo de aquí. Enseguida!
Y sigue la fiesta, venga cante, y venga cante y venga vino y a las dos horas mete mano este hombre y empieza a repartir dos mil pesetas a todos los artistas y puros y tabaco y de todo y claro yo acostumbrado a los coches de Cádiz decía pa ´mi “¡ Dios mío de mi alma, yo me estoy volviendo loco!” y ni loco ni nada, nada más que me había encontrado con un hombre que le gustaba darle de comer al artista, y no se le importaba gastarse treinta o cuarenta mil duros en una fiesta.
Muy a menudo, llegaba a Villa Rosa y a todos los artistas que había, ¡A todos! los llamaba y luego a soltar dinero a manos llenas a los doce o catorce artista que había buscado, ¡Un caso!

 
Otra:
A la tienda “La Habana” allí en Cádiz, iba mucho un marino que se llamaba Don José Marón y tenia delirio por el cante, pero el hombre este tenía una monomanía y el que no entraba por el aro de la monomanía no cantaba.
Llegaba a la tienda “La Habana” se metía en un cuarto arriba y cuando subía Pedro el dueño le decía:
-          ¡Llámame artistas de alpargata!
Y entonces bajaba Pedro y a los que estabamos allí, nos decía:
-          ¡Arriba esta Don José Marón, que quiere artistas de alpargatas, con que ya saben ustedes, el que quiera cantar que se compre unas alpargatas!
Y claro como Don José Marón era un hombre que pagaba bien y además se portaba maravillosamente con nosotros, nos íbamos  a una almacén y nos comprábamos unas alpargatas de cáñamo que valían seis perras gordas. Volvíamos, dejábamos los zapatos abajo, subíamos para arriba, llamábamos a la puerta del cuarto en donde estaba Don José Marón  y antes de entrar le teníamos que enseñar los pies con las alpargatas puestas. Y así una vez y otra vez.  Y lo que hacíamos era dejar allí en la tienda “La Habana” las alpargatas guardadas y cada vez que venía Don José Marón a por ellas porque si no la llevabas puesta no había juerga…”
Por José Luis Ortiz Nuevo.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Sorprendentes revelaciones

José Luis Ortiz Nuevo, declaraba en una entrevista que le hicieron cuando yo  comenzaba a iniciarme en el mundo del flamenco,  que el flamenco también se encontraba en las hemerotecas. Es allí donde están sentados los primeros trazos de este género, donde comienza a codificarse, lo que hoy es patrimonio inmaterial de la humanidad. Los cronistas de la época, relataban a través de su pluma, acontecimientos, tal vez frívolos, en aquel entonces, pero que a día de hoy,  nos sitúan en el tiempo y el contexto social. En este programa, José Luis recopila algunas noticas extraídas de la prensa andaluza del siglo XIX.



Sorprendentes revelaciones del universal en el año 1878.
En aquella época lo normal es que los periodistas y periódicos despreciaran al flamenco, lo menospreciaran, y lo consideraran como cosa de “Chusmas”, y de “vicio”…
Dijo el Periódico “El Porvenir” el 11 de julio de 1881…dijo
“El cante flamenco que priva, iba a decir cada día más y no es así, que priva cada noche más, éxito una de las pasadas los ánimos de los concurrentes, a un café que hay en la plaza de Matute.
Nadie sabe explicar como empezó la función. Hay quien pretende que un parroquiano muy aficionado a animales entro con una zorra domesticada, que a una señora que había sentada en una mesa próxima se asusto, que un caballero que la acompañaba se trabo de palabras con el intruso, que unos tomaron el partido de este y otros de aquel
En fin, lo que motivo la pelea, no se sabe a punto fijo, lo que sí se sabe es que comenzaron a moverse las manos, después las copas y botellas, luego las sillas y  bancos y por ultimo salieron a relucir las navajas.
Las mujeres gritaban, algunos hombres pedían socorro, los mozos  temerosos de que se fueran muchos sin pagar cerraron las puertas, en fin el rosario de la Aurora y el campo de  Aromante  tuvieron un digno emuló en el café de Matute.
Hubo desmayos, contusiones, heridas, y los guardias de orden público tuvieron que disparar al aire para asustar a aquellos locos… ¡Petardos, Petardos! Gritaron algunos transeúntes apretando a correr.
Por fin, los promovedores del escándalo, fueron presos, y como después de la tempestad luce el sol, volvieron los cantaores y bailaores a cantar y a bailar.
¡Deabueten!-  como dicen para elogiarlos, -¡Chachipé!, como se decía antes…" el Provenir, Sevilla 11 de julio de 1881.

Esto era lo habitual en aquel tiempo, en todos los medios de todos los colores, en todas las prensas.
Por eso me sorprendió hace poco como en el año de 1878 un periódico llamado el Universal, trajo una serie de noticias en verdad sorprendentes que hoy les quiero brindar para su conocimiento y disfrute.
Raras en aquel tiempo y recuperadas ahora para que tú la sepas.

Estamos en el 13 de junio de 1878, y dice una gacetilla, “Canto flamenco”
A mediados del corriente y bajo la dirección del Señor Rovira, se inauguran conciertos de canto flamenco en Paris. Dos cantaoras y dos cantaores, ocho gitanos y seis bandurrias componen el personal de esta compañía…

Son las primeras calores del verano del año 1878 y dice el Universal…
”Café cantante”…
Esta noche inaugura sus tareas el establecido a la entrada a la alameda de Hércules. Allí veremos a la célebre Trinidad Cuenca, a Pérez y el “Pintor”, y oiremos a Silverio y otras notabilidades de este género que han sido contratadas últimamente en Madrid y Málaga. También han sido contratadas varias bailarinas que ejecutaran bailes nacionales y del país con acompañamiento de orquesta. Iré por verle la cara a una muchacha bonita y pediré una copita de Marroquino de Salas...”, el 20 de junio…
Por esta noticia sabemos que abría sus puertas el café del señor Silverio, y dos días después el 22 volvía a la carga el rotativo hispalense diciendo…
 “Café cantante…
Anteanoche se inauguro con muy buen éxito, el establecido en la entrada de la alameda de Hércules por Don Silverio Franconetti. El espectáculo duro hasta hora bastante avanzada de la noche, saliendo el publico altamente complacido, auguramos a la empresa un excelente resultado en este negocio…


Vámonos pa’ la alameda, a la Alameda de los Hércules y los leones. Donde esta esencia y raíz de lo flamenco sevillano y universal que es sangre de la tierra, del albero y de las piedras y del aire y de otras cosas ocultas o resplandecientes…
“Café cantante… 26 de Junio
Cada noche se ve más concurrido el de Silverio, establecido a la entrada de la Alameda de Hércules. La cuenca que es verdaderamente una notabilidad hace las delicias del público que la colma constantemente de aplausos. Antonillo “el Pintor” acredita que no en balde goza de gran fama entre los bailaores y Silverio canta como él sabe, y con esto está dicho todo.
Los géneros que se expenden son todos de primera, sirviéndose además helados y refrescos de todas clases. Los intermedios de baile nacional son muy aplaudidos faltando solo, para que haya de todo en aquel local accediendo a todos los gustos, un poquito de Can-can y aun de eso no desesperamos de verlo,  en vista de ciertos conatos e indicaciones que ya notamos ante anoche en la pareja de la Cuenca en el baile final…”
Fue, por San Juan de 1878 en la Alameda…
Hace mucho calor, es bueno salir de noche, entretenerse, escuchar, disfrutar a la luz de la luna o de las estrellas, todavía el alumbrado de gas por las calles…
No hay coches, ni ruidos de motos, ni de camiones ni de aviones, ni de radios ni de televisores.
La calle suena a gloria, a ritmo a compás, a cante en el café de Silverio….
“Al de Silverio, situado en la Alameda de Hércules, asiste cada noche más numeroso público. Los cantos y bailes andaluces están de moda, y una concurrencia compuesta de todas las clases de la sociedad, desde las más elevadas a las más humildes acude allí diariamente a aplaudir a la Cuenca, la Concha, Silverio, Romero, Pérez “El Pintor” y demás compañeros de glorias y fatigas…” Eso fue el 20 de julio de 1878…Y cuando el verano estaba a punto de cerrarse…
“Salón filarmónico. Desde mañana parece volverá a abrir sus puertas este café cantante, establecido en este local, para el cual han sido contratado reciente y últimamente varios cantaores y cantaoras de punta en el género flamenco, y algunas parejas de baile que amenizan, más, el espectáculo…”
Fue el 31 de Agosto. Verla ahí, como están todas las clases de la sociedad según decía el universal, desde las más elevadas a las más humildes, aplaudiendo a los artistas del momento al Gran Silverio, a la Cuenca.



Y el 11 DE Octubre dijo el periódico…
Salón filarmónico…
El género flamenco está en alza, y cada día cuenta, indudablemente, mayor número de aficionados. Buena prueba de ello tenemos en lo concurrido que se ve todas las noches desde primera hora el salón cuyo nombre sirve de titulo a estas líneas, y en efecto, quien en este país no se entusiasma con los acordes de una guitarra a las que los expertos dedos de un consumado  tocador arranca las inspiradas y sentidas notas de una malagueña.
Quien no se siente atraído por el baile andaluz, aéreo, espiritual  y material a la vez, donde cada movimiento es una promesa de felicidad, un abismo de belleza que se descubre para quedar cerrado inmediatamente burlando el deseo, dejando en nuestra imaginación el ardiente recuerdo de este instante de dicha.
Quien no ve en el canto andaluz  una serie sublime de inspirados acentos  que brotan del fondo del alma para expresar todas las penas y todos los deseos… ¡Nadie!
Es un espectáculo nacional, verdaderamente del país, y por eso se explica perfectamente que el público, ahora, ya que el tiempo ha refrescado un poco, acuda allí cada noche en mayor numero a aplaudir a él “Tuerto Acosta” al “Quiqui” a “Salvador” y la célebre  “Párrala”. También allí, para que nada falte una cancanista “La Matilde Ros” sobre la cual nada decimos, es menester  verla. No lo echen en olvidos los aficionados…”
¡Venga!... Vámonos al salón filarmónico, vamos a ver a la “Párrala y a la cancanista “Matilde Ros”… que gloria, que delirio, que alegría… pero bueno las cosas hermosas parece ser que duran poco. Y esto, esta escueta antología de noticias celebres y  trascendentes, es una gota de agua en un mar de insultos y de imprecaciones a lo Jondo de modo que de manera sorprendente tal como llego se fue. Cambiarían al director del periódico o algo paso pero lo cierto es que ya después, por el año 1879, no volvió el periódico a dar refrescantes  y saludables noticias de este tenor.
Eso sí, en el 1980, dos años después,  encontramos una curiosa, ilustradora y grata gacetilla que se titula “Del genero flamenco” y que dice así, recuerdo 1880, el “Universal”
“Del genero flamenco.
La compañía Española Andaluza, de Don Antonio Calzadilla, en la que figuran algunos y algunas artistas de Málaga en el género flamenco, ha terminado su temporada teatral en Paris y salido para Viena, a hacer la temporada de verano dando de paso algunas representaciones en Berlín, Dresde y Praga.
Tendrán que oír las ocurrencias que de este cosmopolita viaje contaran, “La Párrala, Trini, Cuenca y demás alegre comparsa, cuando regresen a nuestra tierra...
El Universal 9 de Junio de 1980…”
Verla’ ahí, la “Párrala, la Trini, supongo que sería la Trini y la cuenca, dándose una vuelta por Paris por Viena por Berlín, por Dresde y por Praga.
Habría que verla i oírla en esos trenes, en fin esos son recuerdos de lo que paso de un oasis  de bonanza en aquellos años en que los periódicos solían condenar de continuo a lo flamenco. Recuerdos de otra época. Señales de la historia, hitos de un camino que todavía perdura, y lo que sigue y seguirá sin fronteras, sin ninguna frontera, tú ya lo sabes, para que te lo voy a recordar.

Por José Luis Ortíz Nuevo.


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